Terapia Familiar
¿Por qué familiar?
La familia solo puede ser definida por sí misma y para sí misma. Es el lugar único a través del cual empezamos nuestra andadura en este mundo, independientemente de las características de esta. Se trata, sin duda, del grupo humano donde encontramos el más alto grado de solidaridad. Cada familia porta en su lenguaje, en sus formas, en sus costumbres, y sobre todo en su intimidad, la joya de un legado que generación a generación se nutre y se va transformando. Además de la capacidad de poder transmitirlo, nos aporta una manera de afrontar la vida. Es la realidad única y compleja que logra que se preserve la diferencia como grupo y que contribuye a la formación y desarrollo de las identidades individuales de sus miembros. Se trata de una unidad que supone más que la suma de sus partes, un pequeño universo vivo que logra un alcance mayor que las lógicas particulares de sus miembros, y de las relaciones que establecen entre sí.
Las familias están sujetas a cambios constantes por el devenir de la vida: nacimiento de los hijos, su crecimiento, su adolescencia, enfermedades o el propio desarrollo de los individuos que la conforman, entre otros. O bien a los cambios en su contexto y relación con el mundo, como pueden ser los trabajos, amistades, cultura y toda clase de escenarios que hábilmente logran ir integrando en su historia. En cuanto a los problemas que se sufren a veces, puede ocurrir, por ejemplo, que una familia esté sometida a unos niveles de malestar insostenibles derivados de una situación que no parece terminar de resolverse, que les hace sentir estancados y altamente preocupados por su futuro o el de alguno de sus miembros. De esta manera, parece que el sufrimiento va más allá de los límites de la propia piel y se sostiene de manera compartida por varios o todos los miembros de una familia. Además, puede ocurrir que cada miembro tenga una percepción distinta de lo que ocurre, generando así dificultades en la comunicación y la convivencia. Es importante entender que cuando la crisis es familiar, ninguno de los componentes es el problema y ninguno tiene la solución. Esto es porque igual que comparten el sufrimiento, comparten las piezas con las que armar el puzle que dé sentido a sus experiencias, así como las claves del posible cambio. De alguna manera, no podemos separar lo que somos como grupo de lo que nos pasa.
En todos los casos, la familia es un recurso privilegiado para el abordaje de las diversas problemáticas e inquietudes humanas, así como para el desarrollo de sus miembros y de la propia familia.